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Covid-19 y salud mental

Actualizado: 10 dic 2020

Como, desgraciadamente, todos sabemos, la enfermedad del coronavirus (Covid-19) apareció por primera vez en noviembre de 2019 en Wuhan, Hubei, China. Fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 11 de marzo de 2020. A día 16 de octubre de 2020, los casos registrados en todo el mundo superan los 38 millones, con más de un millón de muertes confirmadas, afectando a un total de 235 países. [1]

Los principales síntomas relacionados con el Covid-19 son similares a los del resfriado: fiebre, tos, cansancio, congestión nasal y dolor de cabeza. Otros síntomas menos comunes son la diarrea y la pérdida de sabor u olor. [1]


Sin embargo, algunos estudios están comenzando a relacionar el Covid-19 con trastornos de salud mental, especialmente trastornos de depresión, ansiedad e insomnio. Un estudio llevado a cabo con supervivientes del Covid-19 mostró que una proporción significativa de pacientes sufría de alguna psicopatología, como el TEPT (28%), la depresión (31%), la ansiedad (42%), los síntomas obsesivo-compulsivos (20%) y el insomnio (40%) [3].


Otros estudios realizados en el público en general (sin haber sufrido Covid-19) mostraron una prevalencia de la ansiedad del 35%, síntomas depresivos del 20% y mala calidad del sueño del 18,2%, lo que indica que tanto las personas sanas como las enfermas están experimentando un profundo impacto de la pandemia en términos de síntomas de salud mental [2].


Además, considerando el efecto según los grupos sociales, las personas más jóvenes experimentan mayores tasas de síntomas depresivos, mientras que los trabajadores de la salud experimentan un impacto más profundo de insomnio. Además, una mayor exposición a la información sobre el Covid-19 y más tiempo dedicado a preocuparse por el Covid-19, se han vinculado a una mayor probabilidad de desarrollar algunos de estos síntomas [2]. En términos generales, el exceso de información, la cuarentena, el miedo y las consecuencias de la crisis económica repercuten también en la salud mental de la población en general.


Considerando el contexto específico de la pandemia en España, vemos que es el séptimo país del mundo con más casos, con 908.000 casos y más de 33.000 muertes confirmadas (actualizado el 16 de octubre) [1]. Las medidas de distanciamiento social y cuarentena tienen un profundo impacto en la forma de ser española, muy arraigada en su cultura familiar y social, donde el contacto físico y las reuniones sociales son parte esencial de la vida cotidiana.


Además, España es uno de los países más afectados por la crisis económica derivada de la pandemia. Una de las principales razones es su alta dependencia del turismo, siendo el primer país de la OCDE en cuanto al porcentaje del PIB que proviene de este sector de actividad (12%) [3]. También tiene una de las mayores tasas de desempleo, con una tasa global de 16%, y 41% para los menores de 25 años [4]. Por último, el impacto de esta crisis económica ha tenido un impacto directo en el PIB de España, que se espera que disminuya alrededor de un 20% en comparación con el del año pasado [5].


En este contexto de la pandemia Covid-19, el impacto previo de la ansiedad y la depresión (prevalencia del 7% y 5,2% en España, respectivamente) y la situación en España, se ha generado un caldo de cultivo óptimo para la generalización de estos efectos psicológicos en menor o mayor medida.


Hablando con personas de nuestro entorno cercano que habían pasado por el Covid-19, descubrimos que, efectivamente, habían experimentado también este tipo de síntomas. Sin embargo, hasta que no les preguntamos, no los consideraban como síntomas de la infección y simplemente no hablaban de ellos.


Parece evidente que el Covid-19 tiene un impacto negativo en el estado psicológico de las personas, aunque no está claro el modo exacto en que nos afecta. Las consecuencias mentales pueden ser producidas por el propio virus, como impacto directo en el cerebro de la misma manera que ataca al sistema respiratorio o gastrointestinal. Sin embargo, también puede producirse debido al confinamiento asociado a ser infectado, además de la sobreinformación omnipresente que hace que la gente piense en la pandemia todo el tiempo. Con el Covid-19, hay un conocimiento generalizado de la gravedad y la posible fatalidad del virus que no ocurre con las enfermedades habituales que sufrimos. Antes de 2020, ¿conocías la tasa de mortalidad de la gripe en tu país? Porque yo, sinceramente, no lo sabía. Sin embargo, puedo decir casi de memoria las variaciones de la tasa de mortalidad del Covid-19 dependiendo del país, el volumen de pruebas por región e incluso la diferente incidencia por grupos de edad.


Otro punto interesante que está siendo analizado por los investigadores, es que el virus parece afectar los puntos más débiles del paciente. Si el paciente tiende a sentirse deprimido o ansioso, el Covid-19 podría exacerbarlo. Por tanto, en un momento en que las enfermedades mentales están creciendo enormemente, la prevención y correcto tratamiento de las mismas para evitar posibles empeoramientos por la infección del coronavirus, son fundamentales.


Sin embargo, lo que más nos preocupa desde Hera es el profundo impacto psicológico que esta pandemia está teniendo en la población general, relacionado con la presencia constante de Covid-19 en las noticias, el miedo a infectarse o a contagiar a otros, la incertidumbre que nos rodea y que ha puesto patas arriba nuestra sociedad y nuestra forma de ser, la crisis económica producida por la drástica caída del turismo en todo el mundo y el cierre total de las ciudades, la falta de libertad que nunca habíamos experimentado hasta ahora.


En definitiva, las consecuencias sociológicas, psicológicas y sanitarias de la pandemia son todavía desconocidas. Existe una mezcla del contexto social mundial y los efectos del propio virus que se suman para afectar a todos de manera diferente, pero que producen un efecto general de ansiedad, depresión e insomnio.


Por último, me gustaría señalar que antes del Covid-19, la depresión y la ansiedad se estaban convirtiendo en una pandemia por sí mismas. Además, los impactos sociológicos de la pandemia (aislamiento, cuarentena, incertidumbre, desempleo) están aumentando este problema en todo el mundo. Si consideramos la dificultad de predecir las consecuencias a largo plazo de la pandemia en general, debido a la completa singularidad de esta situación, podría suceder que las tasas de depresión, ansiedad y suicidio se disparen en todo el mundo si no se da una respuesta y un enfoque adecuados a la misma.


Fuentes:


[1]

World Health Organization, «Coronavirus disease (COVID-19) pandemic,» 09 2020. [En línea]. Available: https://www.who.int/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019. [Último acceso: 16 10 2020].


[2]

H. Yeen y Z. Ning, «Generalized anxiety disorder, depressive symptoms and sleep quality during COVID-19 outbreak in China: a web-based cross-sectional survey.,» Psychiatry Research, vol. 288, 2020.


[3]

M. Gennaro Mazzaa, R. De Lorenzob, C. Conteb y S. Polettia, «Anxiety and depression in COVID-19 survivors: Role of inflammatory and clinical predictors,» Brain, Behavior, and Immunity, 2020.

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